Escuchar las décimas de José Luis Castilla equivale a sentir la sinergia arrolladora de los viejos decimeros arjoneros, encarnada en el prodigioso talento de un niño de 12 años. Con su voz cantarina y sus primeros pininos de compositor, este estudiante del curso 7 -2 revive este bello género poético en vías de extinción. Anteriormente la décima era cantada por los decimeros del pueblo, quienes la acogían con mucha propiedad, divulgándola de generación en generación hasta convertirla en patrimonio regional. Ya son escasos los abuelos que amenizan con una espinela una reunión de amigos o festejo familiar. Por consiguiente, la actitud de conservación y divulgación de la décima por parte de José Luis, adquiere connotaciones invaluables. Julio Gil Beltrán debe estar muy orgulloso de él, así como también lo estamos los estudiantes y docentes de la INEDOTAGUA.
Enciende tu voz: el desafío de escribir tu primer libro
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