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martes, 5 de mayo de 2020

NELSON RANGEL - MAESTRO POR VOCACIÓN


                                                         MAESTRO POR VOCACIÓN

                                                                                 Por Luis Miguel Sierra Diaz
                                                   
                                                 
Debo admitir que, siendo un niño aún, nunca se me hubiera ocurrido que el deporte me acercaría tanto, además de la familiaridad, a Nelson William “yeyo” Rangel Díaz.

Pasé inolvidables temporadas vacacionales en su casa, eso sí, bajo el estricto pero afectivo régimen de mi tía Socorro Díaz. Mucho más tarde comprendí que esas vacaciones siempre tuvieron una razón: que era la mejor manera de abstraernos de las crisis de salud de mi padre.

Mi gusto por la música cubana nació precisamente de esa entrañable relación de amistad entre mi padre Luis Sierra y Juvenal Rangel, quienes pasaban largas jornadas compartiendo al son de buenos boleros como los de Rolando La Serie, Benny Moré, Omara Portuondo, Olga Guillot, Celia Cruz u Orlando Contreras; reuniones en las que nunca pudo faltar un cigarrillo Lucky Strike y un buen trago de Whisky Ballantines, ambos de contrabando hay que reconocer proveídos por el buen amigo Noel en su colmena ubicada en el antiguo mercado público de  Getsemaní.

El “yeyo” creció en el ambiente deportivo del barrio “Martínez Martelo”, en el cual se forjaron buenos deportistas, dirigentes o amantes del deporte como Yiyi Miranda, Rafael Cano, Jorge Alzamora, Amaury Fernández, Dalmiro Jurado, Gabriel Múnera, Pedro Sierra o Jorge Jaramillo por mencionar solo algunos; o de dirigentes de la talla de Ludwin Mariano Chimá Chimá quien luego fuera presidente de la Liga de Voleibol de Bolívar y por supuesto los hermanos Astrid, Javier y Juan Barrios. El “Vicentico” se niega a morir y ha resistido todos los embates ambientales y comerciales generados por el mercado público de Bazurto y aún alberga otros entrañables familiares descendientes de mis tíos Raúl Sierra, Fernando y Ernesto Díaz.

Su ambición principal era ser jugador de Fútbol, pero debido a su somatotipo inmediatamente fue motivado por el maestro Alfonso Vargas Cabarcas para la práctica de la Halterofilia, destacándose inmediatamente en eventos nacionales juveniles.

En sus inicios perteneció al Club del Liceo de Bolívar que era el club deportivo más importante de la ciudad, impulsado por el reconocido Licenciado Orlando “Champion” Martínez Herrera, teniendo como sede deportiva la antigua cancha de la Universidad de Cartagena ubicada en el parque “Enrique L. Román” del barrio de Manga en un pequeño e improvisado gimnasio con tarimas de madera y soportes artesanales hechos con llantas de camiones, pero con todo el respaldo del entonces rector del alma máter Luis H. Arraut Esquivel.

Lo acompañaron en eso inicios, deportistas de la talla de Julio González, Nicolás y Guillermo Mercado, “El Toro” Marrugo, Guillermo Quintana, Javier Marrugo y Elkin Velásquez entre otros, bajo la tutela del maestro Vargas Cabarcas.

Muy a pesar que la vida en el populoso barrio de Boston donde residí la mayor parte de mi juventud, estuvo saturada de actividades deportivas y lúdicas propias de aquella época, en gran parte mi interés por el deporte competitivo nació precisamente de asistir como “utilero” a los eventos de Levantamiento de Pesas que se desarrollaban anualmente en Cartagena y en los que participaba el “yeyo” Rangel cuando nuestra ciudad era el eje central de la halterofilia en Colombia de la mano de excelentes dirigentes como Rosita Pareja, Manuel Villafañe, Gloria Pautt de
Martínez, José Luis Mendoza Padilla, Freddy Díaz Mangones, Clarette Bermúdez, Gustavo González. Julio Pájaro, Orlando Martínez Herrera o Luis H. Arraut Esquivel.

Y es que las visitas del “yeyo” a nuestro viejo refrigerador eran frecuentes; para mi madre siempre fue un gusto atenderle y para nosotros era motivo de alegría, ya que solo bastaba juntar los codos para que fuéramos lanzados por los aires por aquel “camaján” de enorme afro.

Nelson Rangel siempre ha sido abiertamente anti “yankista”, por ello se lamentaba en tono irónico que el viejo Juvenal le hubiera colocado dos nombres estrechamente relacionados con la historia norteamericana, y contrario a ello siempre ha sido un admirador del deporte cubano por la forma como supieron elevar ostensiblemente el rendimiento de sus atletas -las pesas entre ellos- a pesar de las grandes dificultades económicas debido al bloqueo estadunidense. Esporádicamente se le podía observar luciendo orgulloso su enorme y deshilachado sombrero de Yarey, adquirido en la isla cuando representaba al país en el tradicional torneo “Manuel Suárez In Memoriam”.

Conozco que el “yeyo” guarda dos grandes anécdotas de sus periplos por la tierra de Fidel, uno, el privilegio de haber conocido personalmente a uno de los más grandes pesistas de la historia, el ruso Vasily Alexeyev y la otra; haber prolongado adrede una prueba anti doping, hasta que la organización se vio obligada a suministrarle varias cervezas para provocar la toma de muestra.


Años después mi familia se vio obligada a migrar al histórico barrio de Getsemaní en 1981, apenas comenzaba mi vida como voleibolista y había perdido todo contacto con el “yeyo”. Con el tiempo supe que se había aventurado a estudiar Licenciatura en Educación Historia y Geografía en Manizales, lográndose graduar superando todas las limitaciones económicas y gracias al apoyo de su eterna compañera, esposa, amiga y cómplice Magdalena Buitrago, quien es también maestra por vocación.

Como buen hijo volvió a Cartagena en busca de trabajo, encontrando una oportunidad como entrenador departamental al servicio de la Liga de Levantamiento de Pesas de Bolívar en el entonces vetusto Coliseo “Chico de Hierro”, labor que ejerció paralelamente como docente de la cátedra de sociales y en equipo con otro gran maestro Víctor Patricio Ruiz; al que luego se sumaría el Maestro Edgardo Barroso en el municipio de San Juan Nepomuceno, cuyas enseñanzas produjeron varios de los más grandes pesistas del departamento de Bolívar con innumerables logros nacionales e internacionales.

Ya instalado y con un esfuerzo económico logró comprar la casona de mi tía Ana Díaz en el barrio Amberes donde vive hasta hoy, por 4 millones me contó sonriente y complacido, porque sabía que había sido la mejor adquisición para su estilo de vida en la ciudad.

Nelson Rangel siempre se ha destacado por ser defensor de la decencia en el deporte, que como otros pocos han querido re encaminar la Halterofilia de Bolívar por el sendero de la gloria de antaño; pero por esto, su carácter frentero y su firmeza al exponer las irregularidades administrativas, se vio visto relegado a un segundo plano lo que sin embargo no fue obstáculo para seguir enseñando su pasión deportiva, ahora a los estudiantes de la Institución Educativa “Domingo Tarrá Guardo” del municipio de Arjona, donde también fungía como docente de la cátedra de sociales e impulsando su otra gran pasión, el folklor, entre los jóvenes del municipio.

Aún sin el apoyo gubernamental y con recursos propios, esta nueva y quijotesca labor rindió prontamente sus frutos, principalmente en los Juegos Supérate Intercolegiados de donde se hubiese podido extraer gran parte de la reserva deportiva de las pesas en Bolívar; pero la nueva política facilista de contratación deportiva, dio al traste con el futuro de la mayor parte de esos talentos deportivos.

Hacen parte de esa camada de destacados atletas que estuvieron bajo su tutela; Katty Castro, Belkys Puello, Biverlys Castro, Hilary Hernández, Amaury Martínez, José Puello y Jairo García, entre otros muchos.

La práctica del deporte de rendimiento tarde o temprano trae sus secuelas, más aún un el Levantamiento de Pesas que es una actividad de alto impacto y aunque ello ya le ha pasado factura a su salud; eso no ha sido impedimento para seguir con detenimiento cuanto acontece con el deporte y especialmente con la Halterofilia ya sea local, nacional o internacionalmente.

Esporádicamente nos reunimos en su casona de Amberes al son de buena música cubana en acetados heredados del viejo Rangel, degustando una buena y fría bebida, un sancocho o una buena chicharronada arjonera bajo la fresca fronda de los árboles mango que cubren por completo la finca que tiene por patio; espacio que nos ha servido para hacer un análisis del deporte de nuestro departamento, debatir sus problemas y proponer soluciones a los mismos.

Hoy estamos en distanciamiento social obligatorio y que mejor momento para escribir sobre una persona que le ha dado tanto al deporte cartagenero y bolivarense y que estoy seguro, con este respiro de la naturaleza de los actos irresponsables de hombre para con su entorno; será propicio para su pronta y total recuperación.

Hombres como Nelson William “yeyo” Rangel Díaz, luchan hasta el final aún en el peor de los escenarios, a pesar de la indiferencia y de aquellos que se aprovecharon de su nobleza; por que poseen el convencimiento incorruptible que hay una mejor manera de hacer las cosas y de hacerlas bien.

Él, como yo y otros pocos, continuamos en nuestro empeño de una sociedad más justa y equilibrada, con el convencimiento que el deporte y la educación son dos valiosas herramientas en procura de mejorar la calidad de vida de tantos y tantos niños y jóvenes de Cartagena y el departamento de Bolívar.

Seguiremos acompañándolo en esta quijotesca labor a sabiendas que los años corren velozmente y a pesar que la responsabilidad de las nuevas generaciones ha sucumbido ante la moda y la tendencia del dinero mal habido.

El “Yeyo” Rangel es un maestro por vocación, la vocación “es un concepto que en su génesis lleva la palabra ‘valor’, valor de darle valor a lo que se elige, no una mera salida laboral. Con la vocación, demostramos una pasión de ser y hacer por los demás porque, cuando un docente no tiene vocación, eso se nota y nuestros alumnos nos lo hacen saber”.

“El profesor Rangel es un buen ser humano, merece los más altos elogios como formador integral de la juventud, siempre comprometido con la enseñanza en valores…” - Lic. Alfonso Vargas -

“El profesor Rangel es una persona justa, ecuánime, con unos valores de honradez supremamente
arraigados y de amistad supremamente amplia”. - Edgardo “cato” Miranda MD –

“Buena persona, noble, líder, inteligente y un luchador”. - Clemente Mena –

“Persona agradable y sincero, más amigable que nadie” – Luis Ramos (Campeón Suramericano) –

“Yeyo es mi querido compadre. Además de un super enamorado de las pesas en donde compitió con éxito, es un maravilloso ser humano, gran miembro de familia sobre todo como hijo, esposo y padre…” – Rosita Pareja -

“Siempre alegre, activo, de trato amable y solidario sin medida alguna. Con gran capacidad para emprender cualquier proyecto, aunque de antemano sepa que va a asumir retos y dificultades. Responsable y estricto con la disciplina de quienes orienta”.
“Fiel y sincero con sus amigos; le gusta estar acompañado, le teme a la soledad y cuando está en familia se muestra cariñoso, atento y simpático. Me encanta el trato de amigo que tiene con sus hijos, quienes se atreven a llamarlo “compa” “mi doctor” “loquito”.

“He sido una fiel admiradora y secretaria secreta de su carrera deportiva. Las pesas su pasión, su vida, y con la docencia toda una vida de trabajo honesto y de mucha entrega”. - Magdalena Buitrago