FRASE DEL DÍA: "Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción" Simón Bolívar


sábado, 13 de febrero de 2010

OÍMOS, PERO NO ESCUCHAMOS - Doc. Néstor Rafael Guerrero Rodríguez

Esp. Néstor Guerrero 
Los docentes de la INEDOTAGUA en muchas ocasiones nos hemos quejado de la falta de atención en las clases, por parte de los estudiantes. Los docentes no solamente observamos la desatención en los estudiantes, sino que de manera similar, en ciertas ocasiones, la experimentamos cuando asistimos a una conferencia o simplemente estamos dialogando y se nos pierde con facilidad una secuencia temática mientras nuestra mente divaga en otros asuntos, tiempos y espacios. En estos casos resulta inexplicable determinar de qué manera la ensoñación nos invade el terreno de la atención, de ahí que, los estudiantes o nosotros mismos nos sorprendemos cuando hacemos presencia física en cualquier actividad académica aunque comunicativamente estemos ausentes.

El meollo del asunto radica en que escuchar no es lo mismo que oír. Escuchar es una función compleja de la percepción que involucra tanto las capacidades auditivas como las visuales de quien escucha. El receptor no sólo se fija en lo que su interlocutor está diciendo sino cómo lo está diciendo. Observa gestos y expresiones faciales para poder obtener información no verbal mientras complementa la verbal. Mientras que oír es una capacidad física, pasiva, que no requiere del pensamiento. El cerebro humano procesa información a una velocidad mucho más rápida que el tiempo en que una persona puede producir el lenguaje hablado. El secreto del saber escuchar consiste en utilizar de manera eficiente el tiempo que nuestro cerebro no usa para procesar las palabras que recibe. La concentración se pierde porque tenemos mucho tiempo a nuestra disposición y existe el riesgo de que dejemos vagar nuestros pensamientos. Una escucha poco desarrollada afecta de manera significativa las habilidades del habla, la lectura y la escritura, es decir, todas las posibilidades de procesamiento comunicativo. 

¿Será que durante todo el tiempo de funcionamiento de la INEDOTAGUA, ha prevalecido una escucha suficientemente desarrollada como para cohesionar una comunidad educativa ávida de integración y diálogo? En caso de que la respuesta sea negativa, no nos queda otra alternativa que mejorar dicha habilidad a partir de los propósitos de la misma. 

Si la intención de nuestra escucha es empatizar con el emisor, exploremos su punto de vista. Si se trata de informarnos, adoptemos una mentalidad abierta y preparémonos para reaccionar intelectual y no emocionalmente. Si perseguimos evaluar a nuestro interlocutor, pongamos en tela de juicio su autoridad argumentativa y la credibilidad de sus fuentes. 

Cambiar el oír por el escuchar se constituye en una necesidad impostergable para la INEDOTAGUA, para que podamos así valorar la opinión ajena, respetar el turno de la palabra y reconocer las intenciones de nuestros interlocutores, ya sean estos directivos, padres de familia, estudiantes o docentes.

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